lunes, 21 de octubre de 2019

Una de Domenico Modugno.


“No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió…” escribió y cantó Sabina seguramente cuando era un pipiolo, aunque razón tiene, si bien hay cosas que no es lo mismo que te pillen a los veinte que a los cuarenta, y mira tú que en estas cuestiones, la edad es punto a favor.
Hace unos días me devolvieron las alas, alas que puse a disposición sin que nadie me lo pidiese, en un acto seguramente irresponsable pero necesario. Actué con un sorprendente arrojo, dejándome llevar, consciente de lo que hacía y todo lo que podía cambiar.
Llevo unos días hablando sobre la fuerza de la voluntad, las casualidades, el destino, el puntito de suerte… Creo que al final la vida es un cóctel y yo no puedo quejarme del resultado, si bien a veces el inmediato no termina de gustarme, al largo plazo tuve siempre que darle la razón. En ello confío una vez más, esta vez más fuerte, con el alma y el corazón rebosantes de alegría, porque si hay algo que me sienta bien son esas alas y lo mejor que puedo hacer con ellas es hacerlas volar.